“El
océano puro y azul, profundo y tranquilo,
es
dueño de mi alma y mis pensamientos.
Es
la amante que comparte mis secretos,
y
la diosa que retiene mis pesares.
Los
frutos abundantes que me trae,
por
serle fiel a pesar de mis amores terrenales,
demuestra
lo excelsa y buena compañera
que
llega a ser para un hombre, eterno solitario”
Fragmento
de una vieja canción de pescadores encontrada en un antiguo diario en un pueblo
a orillas de la playa y que hoy en día cantan, con algunas variaciones, los
viejos marineros retirados.
En
una travesía escuché que suele suceder, en un ínfimo porcentaje de la
población, que el azul del mar invade el alma de los humanos y, producto de
ello, llegan a fusionarse en un nuevo ser: mitad persona y mitad naturaleza. Un
grupo de semidioses confundidos que no saben si pertenecen al resto de mortales
o a un poder más lejano. En aquel largo
viaje escuché a ancianos y niños hablar de una misma historia, una misma
creación y un mismo origen de sangre. En aquel lugar perdido, unos nómadas
marineros contaban con orgullo una leyenda.