El biochar es un término genérico introducido recientemente
y cuyo uso se ha generalizado para expresar “carbono negro o biocarbón”. Sus
multiples aplicaciones, ha llevado a crear una organización específica, la International Biochar Initiative (IBI)
con presencia en múltiples países.
El biochar es producto de la descomposición térmica de la
biomasa en condiciones de bajo suministro de oxígeno y temperaturas inferiores
a 700°C, un producto de carbonización hidrotérmica (HTC). De apariencia
semejante a un carbón natural, sus propiedades intrínsecas varían según la
biomasa de partida y las condiciones de pirolisis. No obstante todos poseen
características de porosidad y superficie específica elevada, rico en carbono
orgánico y muy resistente a la descomposición, por lo que es muy recalcitrante
en el suelo.
El biochar supone secuestrar el carbono de la atmósfera, con
lo que mitiga el cambio climático. Desde un punto de vista agrícola, sirve como
enmienda para mejorar la fertilidad del suelo y la productividad agrícola. Además en suelos con poca agregación, el biochar mejora la capacidad de
retención de agua y puede disminuir las pérdidas de nutrientes con o que aumentaría
los rendimientos de los cultivos.
Porta (2011). Edafología.
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