miércoles, 23 de enero de 2013

Hasta la última miga

Qué tanto se pierde durante el procesamiento de un producto? Por qué siempre pensamos en el corto plazo? Que tanto nos interesa cambiar, mejorar? Por qué ignoramos el problema? Vale más perder mucho para ganar menos de lo que se podría?...
Mil y un preguntas que seguramente rondan por nuestras cabezas cuando al leer el periódico o ver las noticias nos sorprenden con titulares como estos: "Se desperdician hasta casi la mitad de alimentos producidos en el mundo; agricultura deficiente, técnicas de mercadeo y patrones de consumo son los principales factores de que se pierdan 2 mil millones de toneladas de comida" (El Comercio, 01/10/13). 
 Y es que cuando vemos estas noticias, volteamos la mirada hacia los grandes productores (en este caso de los agricultores e industrias) porque sobre ellos recae la gran responsabilidad de hacer procesos "eficaces". 
Llama la atención que se prefiera perder una gran parte de la producción por no tener las herramientas o una capacitación adecuada, no solo porque es un problema que con la experiencia a debido de mejorar; también porque éste es un claro ejemplo de que en general no existe, en la práctica, un rubro para valorizar las pérdidas económicas, ecológicas y sociales que se hacen a diario y que sin duda repercutirán en nuestro futuro. 
Y luego, la mirada se revierte hacia nosotros, los consumidores, los que a diario tiramos los alimentos,  hasta a veces intactos, al tacho de basura y comprando siempre de más, porque como bien dice el dicho: " Más vale que sobre a que falte".

La eficacia es la clave, puesto que hay un beneficio para todos: ganancia económica, más alimentos, mayor accesibilidad, menor desnutrición y  mayor sostenibilidad. 

Hay cosas que no se pueden reciclar, cuidemos los alimentos.